lunes, 29 de agosto de 2011

Un gran abismo


Louis la miraba, desconcertado. Estaba casi convencido de que una de las razones por las que su matrimonio resistía mientras. Al parecer, no pasaba año sin que dos o tres parejas amigas se separaran, era el respeto que ambos procesaban al misterio, esa idea apenas intuida y nunca explicada con palabras de que, a fin de cuentas, a la hora de la verdad, la cosa del matrimonio no existía, ni tampoco la unión, de que el alma de cada cual estaba sola y, en definitiva, desafiaba la razón. Este era el misterio. Y por más que tú creyeras conocer a tu pareja, había veces en las que te encontrabas frente a un muro ciego o un pozo sin fondo. Y había veces, en que te vías metido en una turbulencia de corrientes desconocidas, como las que, de pronto, sin más ni más zarandean a todo un avión de pasajeros, y advertías una actitud insospechada y tan estrambótica( por lo menos, a tus ojos) que te parecía incluso patógena. Y entonces pisabas con cautela, si valorabas en algo tu matrimonio y tu serenidad de espíritu. Entonces tratabas de recordar que enojarse por semejante descubrimiento es propio de los imbéciles que creen realmente que una mente puede llegar a conocer a otra.

(Stephan king- Cementerio de animales)



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